Arturo Castro Rojas
Mi padre toda su vida fue un exitoso comerciante, y siempre me inculcó el respeto y atención que se le debe dar al cliente, y me decía:
“Negocios los hay y por muchos, pero si llegan aquí, hay que tratarles con mucho respeto, pues si no lo haces, simplemente no regresarán, no asì cuando les trates con amabilidad, y aunque pueda que no tengas lo que pidan, pero el solo hecho de sentirse escuchados han de regresar”.
Esto me quedó siempre muy grabado y además es reforzado con lo que Jesús nos dice, que no hagamos a otros lo que no deseamos recibir.
Y ahora que he cambiado para ser más espiritual trato de seguir haciéndolo, pero, tal vez te preguntes por qué digo todo esto?, y es porque busqué a una persona y ver si me sometía a una Terapia que realiza, pero antes de hacerlo le pedí información, ya que es algo que solo con su experiencia me podría aclarar, pero sus respuestas fueron muy contundentes y fuertes, diciéndome que si quería hacerlo lo hiciera, si no, entonces no.
Quedé impactado ya que mis preguntas quedaron sin aclarar y quedé casi casi regañado…. esto me hizo reflexionar en que, cuántas de las veces respondemos de mala manera, desde el hígado y no desde el corazón.?
Luego entonces, yo Terapeuta, comerciante, etcétera, cómo acerco a personas y espero que ellos mismos me recomienden si les trato con la punta del zapato?
Hagamos lo que hagamos, demos una sonrisa y un buen trato a las personas, tal vez nos topemos con personas que en lugar de agradecer nos agredan, pero no importa, cada uno damos lo que tenemos en nuestro interior, así que simplemente sigamos adelante.