Ayer hacía referencia a la importancia de atender a nuestro ser integral, aceptándonos tal cual somos, con fortalezas y debilidades, dones y torpezas, nuestra luz y nuestra obscuridad.
Si nos duele ver llorar a un pequeño mientras sus padres están ocupados en otra actividad, entonces, por qué no nos duele ver a nuestros yo de momentos pasados aún sufriendo, llorando, y simplemente volteamos nuestra mirada a otro lado?
Por eso ayer mi pregunta era en el sentido de, qué tanto te amas?
Si bien es cierto que cada uno tenemos nuestro propio proceso evolutivo, un tiempo para nuestro despertar espiritual, y debemos respetar el libre albedrío de cada persona y nunca forzarle pues el resultado sería desastroso, y en lugar de abonarle, le restaría, y eso no es para nada bueno.
Sin embargo, tal cual San Juan Bautista, a veces es necesario gritar en el desierto, y con que uno escuche y sea incentivado, será más que suficiente.
Por ello una invitación a reflexionar, ya que, lo que exista en nuestro interior, en nuestros recuerdos, nuestra mente y corazón, será lo que nos guíe en nuestros pensamientos, palabras y acciones.
Y, ello puede ocasionar que lastimemos a nuestro alrededor, incluso a pequeños seres, como nuestros hijos, y ni cuenta nos demos de ello.
Nadie da lo que no tiene, por ello, pide a Dios que te ilumine para revisar a conciencia lo que hay en tu interior, y te conduzca a los lugares y personas necesarias para poder transmutar esas energías densas en tu paz interior, y tu luz brille para ti y ser faro a tu alrededor.
Si confías y verdaderamente lo crees, el Señor te guiará y protegerá.
Así que, barre y limpia de basuras emocionales y energéticas densas, tus malos recuerdos de tu mente y corazón, y encamínate a tu realización.
Bendiciones
Arturo Castro